La época en la que vivimos —marcada por una fuerte competitividad— requiere nuevas soluciones. En este sentido, hay tres valores esenciales que se buscan en la industria, y son la productividad, la eficiencia operativa y la precisión. Gracias a sistemas como el de la fábrica inteligente, están siendo posibles y proporcionan impresionantes resultados.
¿Sabéis en qué consiste este concepto y cómo podéis implementarlo en vuestros negocios? Desde ya, os adelantamos que exige un importante despliegue tecnológico que es hora de asumir de una vez por todas. Si vuestra competencia lo está haciendo, ¿por qué no lo lleváis a cabo también vosotros?
Desde la Revolución Industrial, el sector de la fabricación ha venido buscando opciones para incrementar su productividad. Con el paso de las décadas, se fueron incorporando otros factores, como la rentabilidad o las soluciones digitalizadas. Estas últimas llegaron hace relativamente poco (de 2010 hasta ahora, podríamos decir) para cambiarlo todo.
Hoy en día, no hablamos de engranajes, sino de nodos, y tampoco nos basamos en las plantas productoras, sino en los software. Este cambio de terminología se ha aplicado también a lo que vemos cuando entramos en una fábrica. Lo que antes era personas, en su mayoría, es hoy una red interconectada de sistemas, dispositivos y máquinas.
De esta manera, llegamos al concepto que nos ocupa, que es casi más digital que físico (aunque pareciera imposible hace algunos años). Ese salto ha dado lugar a un espacio que puede funcionar de manera autónoma para generar piezas y productos de un modo increíble, tanto por autónomo como por preciso.
Un factor que no ha cambiado es la distribución en procesos, de forma que estructuran una operación de producción. Cada uno tiene lugar en un espacio diferente para maximizar la eficiencia, como se ha hecho siempre. Sin embargo, la diferencia radica ahora en que estos se encuentran comunicados entre sí mediante cables o redes wireless.
Hay nuevas tecnologías que han contribuido a posicionar a la información como valor fundamental. Estamos hablando, entre otras, del big data. Permite recabar datos estadísticos sobre clientes, métodos de producción y tendencias de uso con el objetivo de incrementar la eficiencia operativa. Mientras más se recopile, mejores serán los resultados.
No se entendería la adquisición de datos sin un posterior análisis, eso es crucial que lo sepáis. Después de obtener información, hay sistemas que la pueden interpretar, como la inteligencia artificial. Luego, medios como el PNL (Procesamiento del Lenguaje Natural) proporcionan conclusiones que posibilitan la toma de decisiones informada.
Retomando los procedimientos, cada tarea está automatizada. En esta línea, se busca minimizar la intervención humana y, con ello, también el margen de error. Igualmente, se consigue que la planta funcione de forma casi ininterrumpida, incluso en días festivos y por la noche. Todo ello, casi sin presencia de personal (si acaso, con fines de supervisión únicamente).
Hay cuatro características que nos permiten entender qué es una planta inteligente. Si habéis comenzado a usar Google Analytics, entenderéis por qué es esencial interpretar los datos de modo correcto. Estos se toman como base para orientar el proceso de transición digital y, posteriormente, convertir a la planta de producción en una 4.0.
Gracias a la incorporación de nuevas tecnologías, hacemos posible todo lo anterior. ¿Os imaginaríais una industria sin los adelantos que han venido consolidándose desde principios del siglo XX? Pues esos son tan importantes como los que vienen, tomando como mejor ejemplo la inteligencia artificial y el internet de las cosas.
Precisamente, acabamos de hablar del IoT (internet de las cosas, por sus siglas en inglés), porque la integración resulta prioritaria. Todas las máquinas están conectadas a una unidad central, y los dispositivos están vinculados entre sí. Esta manera de hacer más eficientes, rápidas y precisas las comunicaciones hace que se pueda controlar todo mediante un solo ordenador.
Si tuviéramos que identificar alguna desventaja de estos avances, sería la mayor vulnerabilidad cibernética. Un ataque informático provocaría una interrupción abrupta en la cadena de suministro, y perjudicaría a la cadena de valor también. En consecuencia, es más urgente que nunca recurrir a un blindaje adecuado frente a los ciberdelincuentes.
Cuando antes hablábamos de controlar todo desde un solo ordenador, estábamos obviando la toma de decisiones. Gracias a la tecnología blockchain, es posible distribuir la fábrica en nodos. Cada uno contiene información básica para su gestión y, de sufrir un ataque, no se provocaría un efecto dominó que recayera en los demás.
La realidad es que cada vez más empresas se decantan, por lo que se ha considerado como la industria 4.0. Para ello, optan por efectuar una inversión inicial proyectada al medio plazo con tres ejes primordiales.
El primero es el machine learning, para el que es imprescindible la intervención inicial de un especialista. Todo sistema puede programarse para aprender por sí solo mediante los datos que se recopilan con otros, como el big data. Luego, el proceso se estructura de manera cíclica para optimizarse de forma constante.
El almacenamiento en hardware (esto es, en discos duros o en servidores) ha dado un paso atrás para dejar paso a las soluciones in cloud. Como no dependen de sistemas físicos, se puede acceder a estas en cualquier lugar, lo que también facilita la implementación del teletrabajo en la industria.
La tecnología blockchain está estructurada en distintos bloques o nodos. Está descentralizada, con lo que cuestiones como la censura o los ataques cibernéticos se dificultan significativamente. Cuenta con un titular que da acceso a un profesional a una pieza determinada, y los cambios que este último efectúe son reversibles.
¿Qué os ha parecido el sistema de la fábrica inteligente? ¿Qué creéis que podéis conseguir gracias a su implantación? Sin duda, es una inversión proyectada al medio plazo que está demostrando ser imprescindible. Recordad que, más allá de la eficacia y del rendimiento, conviene cuidar también la ciberseguridad. ¡Proteged vuestras empresas!