Internet no es tan poderoso como parece. Es el lugar en el que nos obligan a acceder o nos han dirigido durante los últimos años. La tecnología ha llevado al ser humano a distanciarse. Desde hace décadas que el objetivo principal es aislar a las personas.
No es necesario moverse para realizar determinados trámites sino todo lo contrario. Algunos son específicamente realizados para que se hagan de una manera concreta, online.
Para las empresas este cambio ha supuesto un gran escaparate que quizás nunca hubiera imaginado que cobraría tanta importancia.
Las tiendas online podían ser un complemento de las físicas, pero ninguna de ellas pensaría que acabaría siendo la principal. Unos costes más pequeños son los que acabarán convenciendo a miles de personas de que el camino para emprender pasa por tener una tienda online.
Para las personas supone un no desplazamiento para su día a día, la transformación digital estaba en marcha, pero con la pandemia se ha acelerado.
El mundo virtual se ha convertido en único. No hay nada más allá de él y eso significa que para millones de personas es la única ventana que pone rumbo a una realidad cambiante. Todo lo que sucede más allá de estas puertas está perfectamente enmarcado en él.
No se puede gestionar nada sin tener un teléfono o unos datos que han acabado siendo claves en todos los sentidos. Lo que sucede alrededor del mundo ha acabado generando una dependencia hasta la fecha nunca vista.
Cada movimiento queda perfectamente marcado y acaba siendo controlado por una serie de personas que han visto llegar a sus vidas un universo de miedo y temor. Con un solo clic el control está totalmente en sus manos. Nada tiene porque hacerles sentir mal, sino todo lo contrario.
La dependencia es, en definitiva, esa necesidad de enfocarse en algo que deben tener en sus vidas cada día. Una relación que en exceso puede ser tóxica y debe controlarse de la mejor forma posible.
El mundo digital se ha quedado sitiado ante un Internet que genera una dependencia jamás vista. El hecho de que cualquier sistema acabe cayendo es lo que marca esa transformación importante que quizás nadie más hubiera tenido en cuenta.
No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que no sucede algo que nos hace abrir los ojos. De esta manera hay a nuestro alrededor algunos conceptos que no están del todo claros y que pueden acabar siendo lo que marque la diferencia en todos los sentidos.
El centro del mundo digital son las personas que se encuentran totalmente dependientes de este sistema que les comunica con el mundo y les permite hacer todas las tareas diarias.
Internet puede caer en cualquier momento. Como toda máquina es capaz de fallar, todo en este mundo está sujeto a cambios que lo afectarán de lleno. Pero en cierta manera estos cambios deberán marcar un antes y un después de una forma diferente.
El mundo puede cambiar ante un riesgo potencial que hará que tenga que adaptarse a algunos elementos claves.
De la misma forma que en el mundo real podemos vernos afectados por una serie de elementos que nos perjudican, en el virtual las amenazas pueden ser las mismas. Hay elementos que llegan para quedarse y que pueden acabar siendo claves.
Las empresas son las encargadas de convertir esa experiencia en algo más placentero, evitando cualquier riesgo y aportando la seguridad necesaria a todos sus clientes.
Millones de personas exponen sus datos sin saberlo o son fuente de una serie de campañas publicitarias que las envía hacia una serie de compras o de marcas en concreto. No es fácil apostar por estas nuevas herramientas, pero toda empresa debe hacerlo si quiere captar a esas personas que acabarán siendo clientes potenciales.
La ciberseguridad empieza por controlar la privacidad en determinados sitios y mantener los dispositivos controlados. De esta manera se consigue que el mundo gire siempre alrededor de unos mecanismos capaces de proteger ciertos retos que van llegando y que podrían acabar siendo fijos.
Un antivirus para proteger los datos o una serie de requisitos previos antes de poner rumbo a internet pueden ser la clave del éxito.
En ese sentido, nadie está a salvo, pero todos tenemos la posibilidad de protegernos, porque la mayoría de los ataques se producen por un exceso de confianza.
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