ChatGPT ha sido una de las herramientas que ha marcado el 2023. Es una muestra contundente de lo que es capaz una inteligencia artificial generativa que se puede aprovechar en múltiples sectores. El de la educación es uno de ellos, ya que puede usarse en la formación de los alumnos. Sin embargo, está imponiendo una serie de retos que hay que superar.
Los nuevos avances en la IA han irrumpido con fuerza en la educación, tanto para bien como para mal. Está suponiendo una transformación que se va a notar en las aulas y en la actividad de los profesores. Veremos su impacto en numerosas actividades, desde las formas de dar clase hasta las evaluaciones. Gracias a ella es posible aprender en solitario, pero también en grupo.
Es una herramienta interesante para potenciar el aprendizaje, en especial para avanzar más allá de lo enseñado en el aula. Si un alumno tiene dudas, GPT puede ofrecer respuestas en su casa. Es decir, cuando no dispone de acceso a su profesor o a un adulto, cuenta con la posibilidad de saciar su curiosidad. Sin embargo, debemos prestar atención al propio funcionamiento de la inteligencia artificial, ya que no es perfecta.
Pese al avance que ha supuesto, GPT no es la única herramienta basada en inteligencia artificial que se usa en educación. Existen otras destinadas a tareas concretas, como Grammarly. Su función es la de potenciar los textos añadiendo estructura, contexto o mejoras. Por descontado, se encarga de efectuar correcciones gramaticales si es necesario.
También nos puede resultar interesante Prismas al ayudar tanto al docente como al alumno. Se trata de una herramienta que actúa como guía de aprendizaje y tiene capacidades de evaluación. Además, se adapta sin problema a la realidad de cada aula y a los ritmos de los estudiantes.
Las aplicaciones de GPT en la educación son muy variadas y, en gran medida, dependen del rol que queramos que adopte. Por ejemplo, puede actuar como motivador del aprendizaje ofreciendo juegos o retos. También es un evaluador dinámico, un tutor personal o, incluso, un compañero de estudios. Si queremos que los alumnos desarrollen sus ideas y argumentos, el chat es capaz de ser un oponente socrático.
En cualquier caso, la clave para utilizar GPT depende, en gran medida, del prompt que introduzcamos. Es decir, en función de las indicaciones, la inteligencia artificial responderá de una forma u otra. Por tanto, conviene experimentar con ella hasta encontrar las órdenes que más se ajusten a lo que queramos.
La inteligencia artificial y ChatGPT ofrecen numerosos beneficios a la educación. Por eso es tan importante que veamos la herramienta como una ayuda y no como un enemigo. Su potencial es inmenso y debemos aprovecharlo para fomentar la formación de los alumnos.
Es uno de los beneficios más importantes. GPT se adapta al nivel y las circunstancias de cada estudiante. Basta con indicárselas en el prompt que introduzcamos y pedirle que se ciña a ellas. De este modo, el alumno podrá simplificar los conceptos más complejos, pero lo mismo ocurre al contrario. Si quiere aumentar la dificultad, el chat lo hará.
La herramienta está disponible en prácticamente cualquier idioma y a coste cero. Es decir, existe una versión gratuita que, aunque no sea la más avanzada, ofrece todas sus capacidades sin casi limitaciones. Esto permite que los estudiantes accedan a una tecnología tan puntera con pocas desigualdades.
La inteligencia artificial puede indicar los fallos que se han cometido al instante. De hecho, cabe la posibilidad de que un alumno le pida que le haga un examen, siempre solicitando que no dé las respuestas. Cuando el estudiante lo concluye, GPT se encarga de corregirlo y dar la retroalimentación pertinente.
Es otro de los grandes beneficios de cualquier inteligencia artificial. Su capacidad para automatizar acciones permite que los alumnos tengan más tiempo para centrarse en tareas valiosas. Por ejemplo, GPT puede resumir una lección o una clase que estudiante haya grabado.
Pese a todos sus beneficios, GTP conlleva una serie de retos que debemos abordar. De entre todos, el mal uso es el que más nos debería importar. Al mismo tiempo que ayuda en el aprendizaje, también es capaz de hacer los deberes. El alumno solo tiene que introducir las preguntas de su libro para obtener las respuestas, al igual que ocurre con redacciones o trabajos de investigación.
El mal uso de la inteligencia artificial puede llevar a que los estudiantes dependan de ella para encontrar información. Por tanto, no desarrollarán las habilidades que necesitan para realizar estas acciones por sí mismos.
También hay diferentes limitaciones de la IA en la educación. Una vez más, la tecnología no es perfecta ni pretende serlo, aunque sea de gran utilidad. No obstante, existen algunas circunstancias en las que no va a destacar demasiado.
Si la inteligencia artificial no se usa de manera adecuada, se produce una despersonalización. Surge a raíz de querer automatizar cualquier proceso a toda costa. También si su aplicación conlleva la falta de interacción humana o la estandarización del contenido.
Es otra limitación importante, ya que ni GPT ni otras herramientas disponen de todo el conocimiento. Algunos conceptos deben transmitirse de profesor a alumno, al igual que las explicaciones pertinentes. De lo contrario, se pone en riesgo la asimilación de materias complejas.
Aunque GPT se encuentre en abierto, solo accedemos a una versión antigua. La más moderna, que incluye actualizaciones constantes, está sujeta a un pago mensual. En ciertos casos, puede que los alumnos no accedan a las últimas novedades, lo que crea una cierta desigualdad.
ChatGPT es una herramienta muy útil para la educación, pero tiene limitaciones y plantea numerosos retos. No obstante, es indispensable que consigamos una buena integración y que se le dé un uso adecuado. Y para aumentar tus conocimientos, en la Cámara tenemos más contenidos que te interesarán. ¡Descúbrelos!