En líneas generales, el outsourcing consiste en la externalización de una fase del proceso productivo o servicio en el que la empresa no está especializada o que no tiene recursos para llevar a cabo internamente.
La implantación de un modelo de outsourcing implica una serie de ventajas pero también de ciertas desventajas que resulta de especial interés conocer.
El modelo de outsourcing bien planteado implica una serie de beneficios muy importantes para las empresas en las que se aplica.
Del mismo modo que la externalización implica una serie de ventajas y beneficios, también resulta conveniente conocer cuáles son las outsourcing consecuencias que resulta interesante conocer.
Si quieres contratar a una empresa externa para que se ocupe de alguno de los procesos productivos o servicios de tu compañía, lo primero y más importante es analizar el estado tanto económico como financiero de la organización prestadora. Busca y analiza información de otros usuarios para asegurarte de que dicha compañía realmente cuenta con los elementos tanto técnicos como humanos para hacer frente a las obligaciones derivadas de tu contratación.
Del mismo modo, debes asegurarte de que la outsourcing que contratas realmente realiza los pagos tanto en tiempo como en forma, además de cumplir con las prestaciones sociales de los trabajadores. De este modo ejerces tu derecho como cliente y, además, cumples una obligación laboral.
A día de hoy existen muchas compañías que se dedican a la prestación de servicios subcontratados. Antes de dar con la más adecuada para tu negocio concreto, debes analizar en profundidad a las candidatas. Aléjate de aquellas cuyo domicilio laboral y/o fiscal es dudoso. En cualquier caso, puedes contar con el asesoramiento de un abogado o especialista contable para guiarte en el proceso.
Una de las principales razones por la que muchos negocios optan por este sistema tiene que ver con los beneficios fiscales que ofrece en lo relativo a la deducción de impuestos. Aún así, los beneficios o desventajas del sistema dependen de la forma en la que la empresa contratista y la prestadora de servicios llevan a cabo su relación comercial.